Mentiras Fundamentales De La Iglesia Católica by Pepe Rodriguez

Mentiras Fundamentales De La Iglesia Católica by Pepe Rodriguez

autor:Pepe Rodriguez [Rodriguez, Pepe]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Religión
publicado: 2011-01-20T21:24:25+00:00


En textos neotestamentarios como el Apocalipsis (Ap 1,6; 5,10; 20,6)[229] o la I Epístola de San Pedro (I Pe 2,5)[230] el concepto de hiereus/sacerdote ya no se aplicó limitándolo a determinados ministros sacros de un culto sino que, por el contrario, se le hizo aparecer de modo claro como una potestad propia de todos los bautizados, eso es de cada uno de los miembros de ekklesía o comunidad de creyentes en Cristo.

Tal como sostiene el teólogo católico Julio Lois, «Cristo, único sacerdote y mediador, no ha llegado a serlo por ritos externos, ni por ofrecimientos de sacrificios rituales, sino por la fidelidad de su vida. En efecto, fue su vida entera el "sacrificio" agradable al Padre y él mismo el sacerdote que la ofreció.Sacerdote y víctima. Se inaugura así una nueva figura sacerdotal, vinculada al sacrificio situado en un nivel personal, exis-tencial. Las nociones de templo, culto, sacrificio… han de ser seriamente reconsideradas para ser asumidas en la iglesia de Jesús. Al ministro cristiano sólo puede atribuírsele un ministerio sacerdotal, si se conecta con ese único sacerdocio de Cristo, y, por ello, y para evitar riesgos de sacralización o de "rejudaización", si se quiere seguir recurriendo a un léxico sacerdotal, parece más conveniente hablar de "ministerio sacerdotal" que de "sacerdocio ministerial" o "sacerdote" sin más».[231] El desarrollo histórico del cristianismo, sin embargo, fue dejando progresivamente en el olvido la voluntad de Jesús -recogida en textos del Nuevo Testamento como los citados-hasta pervertirla totalmente. Fue, sin duda, por necesidades de organización y coordinación, que todos los grupos cristianos, desde su origen, tuvieron que contar con algún tipo de organización y con personas -conocidas como «apóstoles», «profetas», «maestros» «pastores», «evangelistas» u otras denominaciones-que asumían un papel principal en las diferentes tareas a realizar.

En toda comunidad -ekklesía- derivada de los apóstoles, eso es de cariz judeocristiano, la presidencia del colectivo la retenía un colegio de presbíteros (según el modelo colegial de las sinagogas judías), pero no tardó en aparecer la figura del obispo o episcopoi -vigilante o supervisor-que, al menos durante la primera época, no fue un cargo con atributos diferentes respecto a los diáconos o administradores (Flp 1,1) y los presbíteros (Tit 1,5-7; Act 20,17 y 28; I Pe 5,1-2) y que, por supuesto, estaba aún muy lejos de parecerse al obispo monárquico en que finalmente se transformaría.



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